Ayer estuve por primera vez en Tegucigalpa, la capital, que está como a 30 kilometros de donde vivo, fuimos en autobús hasta Cerro Grande y luego cogimos un colectivo (como un taxi grande con varias personas) hasta el centro de la ciudad. El autobús era típico de las películas, no faltaba ni las personas que viajaban en la parte de atrás con las gallinas, un señor que va vendiendo biblias, otro señor que vendía rosquillas y es un autobús que parece que se va a desmontar de un momento a otro, pero a mi me gustó mucho.
Nada de comodidades, nada de lujos, lo básico e imprescindible es como vivo aquí. Como la misma comida que los niños, me ducho con agua fría (cuando hay agua, porque a veces no se sabe porque la cortan, igual que la luz), voy a todos los sitios caminando, me he acostumbrado a las cucarachas y todo tipo de insectos en mi habitación y la verdad estoy muy contenta. Solo necesito Internet de vez en cuando para decirle a los que me quieren que estoy bien y que estoy muy feliz.
Aquí hay días mejores y días peores, pero cuando tengo un mal día me voy con los chicos y uno te abraza (porque aquí te regalan abrazos a cada segundo), y entonces sé porque estoy aquí y que todo esfuerzo y todo lo que he dejado merece la pena.
Los niños te dan mucho más de lo que tu das, y te enseñan muchas cosas, y es que aquí huele a niño pero también huele el dolor que han pasado, y si necesitan miles de besos míos los tienen porque eso es lo que más necesitan, que les des apoyo y cariño.
El domingo elegimos el Hogar donde vamos a estar todo el año, allí estamos de 6 hasta las 8 de la tarde que las niños se acuestan, cenamos y jugamos. Yo creo que cogeré Hijas de María que es el hogar de las niñas de 7 a 12 años, me gusta mucho y las niñas también me quieren mucho, pero depende también de lo que elijan los otros voluntarios.
Este fin de semana tenemos libre sabado y domingo y todos los voluntarios (como 30 en total) vamos a pasarlo en Tegucigalpa, para celebrar nuestra venida y desconectar un poco de los niños, pasaremos allí la noche, ya os contaré que tal.
Bueno me alegro mucho de los emails que me habeis enviado, yo también os recuerdo, cuidaros todos mucho.
Un besote, Pili.
Nada de comodidades, nada de lujos, lo básico e imprescindible es como vivo aquí. Como la misma comida que los niños, me ducho con agua fría (cuando hay agua, porque a veces no se sabe porque la cortan, igual que la luz), voy a todos los sitios caminando, me he acostumbrado a las cucarachas y todo tipo de insectos en mi habitación y la verdad estoy muy contenta. Solo necesito Internet de vez en cuando para decirle a los que me quieren que estoy bien y que estoy muy feliz.
Aquí hay días mejores y días peores, pero cuando tengo un mal día me voy con los chicos y uno te abraza (porque aquí te regalan abrazos a cada segundo), y entonces sé porque estoy aquí y que todo esfuerzo y todo lo que he dejado merece la pena.
Los niños te dan mucho más de lo que tu das, y te enseñan muchas cosas, y es que aquí huele a niño pero también huele el dolor que han pasado, y si necesitan miles de besos míos los tienen porque eso es lo que más necesitan, que les des apoyo y cariño.
El domingo elegimos el Hogar donde vamos a estar todo el año, allí estamos de 6 hasta las 8 de la tarde que las niños se acuestan, cenamos y jugamos. Yo creo que cogeré Hijas de María que es el hogar de las niñas de 7 a 12 años, me gusta mucho y las niñas también me quieren mucho, pero depende también de lo que elijan los otros voluntarios.
Este fin de semana tenemos libre sabado y domingo y todos los voluntarios (como 30 en total) vamos a pasarlo en Tegucigalpa, para celebrar nuestra venida y desconectar un poco de los niños, pasaremos allí la noche, ya os contaré que tal.
Bueno me alegro mucho de los emails que me habeis enviado, yo también os recuerdo, cuidaros todos mucho.
Un besote, Pili.
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